Gabriel Trejos Duque había atravesado cientos de montes, montañas y matorrales, con machetes, palos y con las manos… había tumbado maleza, matas y troncos que se oponían en su marcha,… la selva gigantesca, llena de bestias y oscuros ojos se iba tragando su rastro, … todo lo que había hecho antes ahora se iba borrando con el tiempo … mientras avanzaba.
El calor, el sudor y un ambiente húmedo lo estaban
consumiendo y la brújula del destino solo daba vueltas sin encontrar un rumbo
fijo que pudiera esclarecer cual era el sendero que debía tomar…. El sendero
claro… o el sendero oscuro… No había una
respuesta en el horizonte… pues el sol bailaba entre las ramas y se perdía por
momentos para luego salir de nuevo… ¿o serian las estrellas?... no es fácil identificar
que eran sombras, que eran animales, serpientes o réptiles… insectos… monstruos
o demonios.
En medio de la selva espesa y oscura, infestada de
habitantes venenosos y mortales,… Trejos encuentra un rio,… un rio de aguas
profundas lleno de caimanes y cocodrilos,… sus dientes filosos, pieles toscas y
ojos penetrantes se deleitan sintiendo el olor de su próxima víctima.
Trejos mira el caudal del rio,… mira a sus ansiosos rectilíneos
habitantes y recuerda el ejército de caníbales que lo vienen persiguiendo desde
los valles, una tribu de mortales sirvientes
al dios Érebos: el señor de las tinieblas de los infiernos.
Gabriel Trejos toma aire, los caníbales se desplazan rápidamente
hacia donde él se encuentra, saca de su morral un látigo y lo enlaza con una
rama, toma aire y un impulso desesperado… se lanza al vacio, los reptiles prehistóricos
lanzan mordiscos al aire esperando que una extremidad de Trejos caiga en sus
bocas, este a su vez, patea a los lagartos con sus botas,… los caníbales gritan
desde la orilla y lanzan palos, flechas y piedras,… Gabriel se ríe mientras llega un lugar seguro
en un arco que forma un árbol ancestral. La tribu grita y maldice rabiosa al
otro lado en un idioma que aun nadie ha estudiado en la civilización.
Bajo el árbol milenario se extiende una red de cuevas
forjadas en minerales y una vegetación que no existe en ningún lugar del mundo… es guiado por un millar de mariposas nocturnas que iluminan el
oscuro sendero… Es el templo de Nicte: La noche.
Trejos desciende a los aposentos de Nicte, ella se
encuentra recostada sobre una roca plana semejante a un altar rustico, sus
cabellos son oscuros y sus ojos iluminan el resto de su rostro, su cuerpo es
blanco como el marfil y esta esculpido delicadamente para formar líneas que son
completamente deslumbrantes para cualquier mortal.
Nicte, la noche,… siente la presencia de Gabriel, como la
niebla su cuerpo lo rodea en un movimiento felino… mientras acerca sus labios
para sentir su aliento. La señora de la noche siente curiosidad por el mortal
que se ha aventurado a pasearse por su reino siniestro de tinieblas y
oscuridad.
- ¿Cómo te has atrevido a poner tus sucios y débiles pies
sobre los pisos donde solo los dioses pueden caminar? – pregunta Nicte mientras
sus ojos alumbran con algo de rabia, orgullo y pasión.
Pero Trejos no responde. Solo sonríe mientras deja caer
una escultura de Érebos que sostiene el manto del cielo nocturno… y al irse desquebrajando
esta, se va descubriendo la majestuosidad de la Luna… que iluminada se eleva
sobre el cielo nocturno… mientras la noche desesperada corre hacia las sombras gritando y gimiendo
buscando refugio.
Gabriel Trejos sale caminado del templo con tranquilidad y serenidad pues la Luna ilumina su camino en agradecimiento por
haberla liberado de la opresión de la noche.